Afortunadamente, y al contrario de lo que ocurre con muchas terapias alternativas, la meditación es compatible con el método científico, de manera que ya podemos decir que los efectos que ejerce la práctica de la meditación en nuestro organismo están científicamente probados.

La meditación estimula la autocuración, nos proporciona mayor consciencia y creatividad, estimula y refuerza las zonas del cerebro asignadas a la felicidad y la alegría, aumenta el cociente intelectual y estimula el sistema inmunológico, entre otras muchas ventajas.

La práctica de la meditación tiene unos efectos fisiológicos muy concretos en el organismo, que además han sido demostrados por la ciencia, lo cual siempre parece dar cierta seguridad en nuestra civilización, a pesar de que otras muchas disciplinas maravillosas no encuentren su hueco en el método científico y eso no las convierte en menos eficaces.

 

Qué objetivos tiene meditar

Aunque cada persona puede buscar en la meditación un objetivo diferente, algunos de los más comunes son:

    • Descanso mental y físico : acallar la mente y liberarla de las preocupaciones diarias.
    • Aumenta la Creatividad: limpiar la mente para hacerla más creativa.
    • Aumenta la Felicidad: estimular las zonas del cerebro asignadas a la felicidad.
    • Mejora nuestra salud: estimular el sistema inmune y los mecanismos de autocuración.
    • Mejora nuestra relajación: liberar el estrés y la ansiedad y permanecer en un estado de bienestar.
    • Aumenta nuestra concentración: potenciar el estado de concentración memoria.

Puntos a tener en cuenta

Sea cual sea el motivo por el que una persona decide empezar a meditar, lo cierto es que la consecuencia es siempre la misma: un estado mental y físico de serenidad, paz interior, concentración y creatividad, que se caracteriza por unos rasgos concretos que van en este orden:

    • Enfoque de la mente en un solo objeto (respiración, ondas de sonido, luz, etc).
    • Estado de concentración absoluta en el que el bullicio de la mente se detiene.
    • Estado de paz en el que la mente se libera de sus propios pensamientos.